a primera película que Gardel
filmó para el sello Paramount contó con la participación de numerosos artistas argentinos o vinculados a este país, por cuanto se conservan más testimonios que de otros films.
Una selección de esos recuerdos nos permite adentrarnos en la intimidad del proyecto, ensayos y
filmación.
¿Cómo nació “Luces de Buenos
Aires”?
El actor Marcos Caplán,
integrante de la revista de Romero, afirmó que “un empresario, José H. González, había sido el de la idea de hacer la
película con Gardel –que estaba en París, utilizando los elementos de la compañía.
Romero y Bayon Herrera hicieron el argumento durante el viaje a Europa[i]
y en España (SIC) y Matos Rodríguez colaboró musicalmente. En París, Gardel estuvo de
acuerdo y el señor González comenzó a negociar con la Paramount. Abreviando: La
Paramount hizo la película comprando los derechos del argumento, etc. Todo eso
sucedió mientras nosotros estábamos haciendo la revista del Palace… Creo que
Carlitos andaba por la Costa Azul, pero cuando llegó a París, lo primero que
hizo fue ir a vernos…”
Por su parte, el director Adelqui
Millar atribuía la idea a Manuel Romero, quien vendió el argumento a la
Paramount por 50.000 francos.
Lógicamente, no tenía por qué conocer lo sucedido durante un viaje en el
que no participó.
La pampa francesa
Los exteriores se filmaron en un viejo castillo de Normandía, propiedad de un señor de apellido Ghiso, quien, además, ‘accedió el dueño de casa a nuestro pedido en una forma mucho más amplia de lo que habíamos supuesto –nos dice (Adelqui) Millar-. Y en breve tiempo hizo llevar de sus posesiones rurales de la Argentina, varios peones y elementos rurales y típicos, lo que facilitó nuestra tarea. Fueron los días más felices de la filmación los que transcurrieron en la Normandía –añade-. Gardel improvisaba fiestas camperas, en las que no faltaban el asado con cuero, el mate y la guitarra, con la que nos dedicaba al final algunas canciones, con esa emoción que él sabía poner cuando cantaba. |
Una actriz inesperada
La actriz y vedette María Esther Gamas (una de las 16 bellezas criollas del Teatro Nacional) viajó a Francia acompañada por su madre, Margarita, quien participó en una escena imposible de olvidar:
-Mi mamá no se perdía una. Tenía un espíritu bárbaro y adonde iba yo iba ella. Gracias a eso, participó en la filmación, ya que hacía falta alguien que representara el papel de una vieja cocinera de campo, a la cual, además, tenían que faltarle los dientes, porque hay una escena en la que convida mate a unos puebleros que lo rechazan horrorizados. Mamá, que era chilena, había perdido los dientes de arriba por una epidemia de viruela, así que dio bárbaro el papel. De modo que no sólo se divirtió, sino que ganó plata, porque le pagaron bastante bien.
|
Gardel vs. Quartucci
El argumento “no incluía, originariamente, a Carlos Gardel”,
recordó Adelqui Millar, sino que “el
papel que en la película desempeñó Gardel debió ser encarnado por Pedrito
Quartucci”. Finalmente, aprovechando el éxito rutilante de Gardel en París, se
decidió “convertirlo en estrella del libro,
cubriendo los demás papeles el conjunto argentino que el empresario M. M. González (SIC) y el director Manuel Romero llevaron a la Ciudad Luz”
Gardel y Quartucci en un descanso de la filmación |
Pedro Quartucci confirmó que su
papel estaba destinado a Gardel, aunque sostenía que el elegido para el rol de
Anselmo era A. Carmiña, actor que integró el elenco de “Tu Cuna fue un
conventillo”, en el cine mudo argentino (1925). La escasa información sobre su
trayectoria permite suponer una confusión por parte de Quartucci en estas declaraciones vertidas a medio siglo de los hechos.
Conociendo el argumento y
distribuyendo los roles
Ante las dificultades propias de
la época para realizar copias de los libretos, se reunía al personal (actores,
músicos, técnicos, asesores, etc) y se daba lectura en voz alta. En
esta oportunidad, Manuel Romero no pudo asistir por razones de último momento y
tocó a Marcos Caplán leer el guión a los futuros participantes.
Al día siguiente Quartucci
enfermó y regresó dos semanas más tarde, cuando la filmación ya había comenzado. En su ausencia, había sido desplazado por un catalán, dejándole un papel insignificante. Ante la
negativa de los directivos de rever la situación, intervino Gardel:
-Vos no te preocupés,
pibe. Eso lo arreglo yo. ¡Vas a ver!
Cómo se arregló Gardel, eso es misterio; pero lo cierto es que una
mañana, Quartucci se encontró con la novedad de que se iba a hacer una
selección de actores para el papel que él quería y que quien saliera mejor en
la prueba…
-Vos dale energía… -le recomendó Gardel a Quartucci. El hombre la tiene
con el dinamismo… Mucho… ¿eh? Y olvidate del catalán, que ya lo tenemos embolsado
–y haciendo pantalla con una mano, le completó la información: -a mí me respeta
mucho… y yo, viejo, le dije que hiciera su parte bien romántica… Así… Fija que
va al pozo.
Gardel, estanciero
Adelqui
Millar recordaba un pedido de Gardel:
-Che, viejo… no me hagas salir
de gaucho… Yo soy hombre de Buenos Aires… Canto las cosas de la tierra… pero he
vivido toda mi vida en la ciudad y la siento más que nada… ¿Crees que el
público me aceptará?
Obviamente, Gardel no se refería
a la vestimenta que acostumbraba lucir desde antes del Centenario sino a los
modales, los gestos, el andar del hombre rural. Difícilmente hubiera salido
airoso en un papel como el de los gauchos que lo secundan, pero el equilibrio
se encontró en un estanciero que lleva botas, poncho y tirador con la
naturalidad que supo usarlos en los escenarios de Buenos Aires y París.
Sobre el tema, expresó a la prensa:
-…Reconozco que no se me dio un papel tan apropiado como lo será el que
se me confiará en la primera de mis próximas películas (…) Para interpretar el
‘Anselmo’ de ‘Luces de Buenos Aires’ debí actuar con varias tricotas puestas
una sobre otra y ‘maquillarme’ con pintura morocha en la cara, para dar idea
del hombre de campo: fuerte, bien plantado, algo rústico y quemado por el sol
de las pampas.
Sofía cayó mal
|
“¿Por qué no le das un mamporro?”
“Se trataba de un actor que tenía una segunda parte, pero se quería ‘robar’ la película. Quartucci no recuerda su nombre, pero sí recuerda que no perdía ocasión para darle lucimiento a su papel. Y tanto es así que, por causa suya, muchas escenas se habían dilatado y repetido aburridamente, porque cuando llegaba el momento de filmar, el hombre hacía cualquier cosa por ‘comerse’ un primer plano. Todos estaban un poquito cansado de él, inclusive el director Adelqui Millar, pero ya era tarde para ponerle remedio definitivo a la cosa, y tenían que aguantarlo.
“Se trataba de un actor que tenía una segunda parte, pero se quería ‘robar’ la película. Quartucci no recuerda su nombre, pero sí recuerda que no perdía ocasión para darle lucimiento a su papel. Y tanto es así que, por causa suya, muchas escenas se habían dilatado y repetido aburridamente, porque cuando llegaba el momento de filmar, el hombre hacía cualquier cosa por ‘comerse’ un primer plano. Todos estaban un poquito cansado de él, inclusive el director Adelqui Millar, pero ya era tarde para ponerle remedio definitivo a la cosa, y tenían que aguantarlo.
-Pero aquella situación –sigue Quartucci- llegó al colmo un día, cuando tuvimos que hacer once veces una escena el hombre nos amenazaba con un revólver y yo tenía que manotearlo; se lo quitaba y le daba un empujón, quedándome con el arma… Pero cuando llegaba el momento de filmar, no quería largar el revólver por nada… Al contrario, forcejeaba en serio y se ponía de manera que la cámara lo tomara a él en primer plano.. No tenía remedio.
-¡Corten! –gritaba Adelqui Millar, y encarándose con él, insistía: -Vea, usted tiene que soltar el revólver enseguida… ¿Entiende?
-Pues sí, sí, comprendido… Mas yo pienso que…
-No piense nada, por favor –lo atajaba Millar- Vamos a hacer un ensayo.
-Pues sí, sí, comprendido… Mas yo pienso que…
-No piense nada, por favor –lo atajaba Millar- Vamos a hacer un ensayo.
El ensayo salía lo más bien. Adelqui Millar aprobaba y luego, con las recomendaciones del caso, ordenaba:
-Vamos a filmar… Listos… ¡Cámara! ¡Acción!
-Vamos a filmar… Listos… ¡Cámara! ¡Acción!
Y otra vez el hombre que no quería largar el revólver
Carlitos rezongaba:
-Pero… ya me tiene estufo, che. ¿Nos vamos a quedar hasta mañana con esta escena? –y por lo bajo, le sugería a Quartucci: -vos, que fuiste boxeador… ¿Por qué no le das un mamporro?
La idea no era mala. Tanto es así, que el propio Adelqui Millar, en un aparte con Quartucci resolvió:
-Bueno, mirá. Vamos a terminar con esto. Hacele una buena torsión de brazo para que largue el revólver de verdad y sacátelo de encima con un empujón.
Quartucci no necesitaba más
-¡Cámara!... ¡Acción!...
El otro no tuvo tiempo para nada; largó el revólver y el empujón de Quartucci lo mandó sobre Gardel que, rápido, lo ‘restó’ con un sopapo de manera tal que la escena tuvo un impresionante realismo y ya no fue necesario repetirla. Después, Gardel se lamentaba:
-¡Pobre tipo, che! ¿No le habré pegado fuerte? Es que secó tanto…
El damnificado no acusó desperfectos. Al contrario, se mostró muy halagado por lo atento que Gardel fue con él, y le quitó toda importancia al pequeño exceso de violencia que tuvo la escena:
-Vamos… Nada. Ni mencionarlo. Ha estado usted excelente. Parecía que quería usted matarme con ese trompis… la reacción lógica del personaje.
Y Gardel lo palmeaba afectuosamente por el cumplido, mientras lo miraba como si dijera ‘si supieras!’…
"Tomo y Obligo"
Adelqui Millar notó que, como muchos artistas, cuando Gardel cantaba en un teatro “me comunicaba entonces una emoción más fuerte, más humana, que cuando debíamos hacer la grabación previa al ‘play-back’. Gardel debía cantar frente a un micrófono común. Luego la cámara lo tomaba en los distintos planos. Tuve entonces una sospecha: Gardel era un hombre de teatro. Necesitaba el estímulo de un auditorio y la ‘mise en scène’, luces, decorado, etc. colocado en el ambiente frío del estudio se resentía su labor. Debí, entonces, montar un decorado especial y tomar la escena directamente con la ayuda de tres cámaras. Este detalle da una idea exacta de su condición de artista espontáneo y de fina sensibilidad”.
Tal era el influjo que ejercía sobre su público que “cuando se grabó ‘Tomo y obligo’, después de varios ensayos, ocurrió un incidente gracioso… Dadas las voces de ‘Silencio!’ y ‘Filmación’, Gardel cantó con su maestría de siempre y quizás, superándose… y cuando ya creímos poder pasar a otra escena, el hombre e la cámara y el del sonido, con la emoción de los ensayos, olvidaron poner en marcha sus respectivos aparatos… pese a que el movimiento es casi mecánico… En mi larga carrera tras las cámaras –señala nuestro informante- nunca me ocurrió nada igual, ni antes ni después… Y atribuyo el asunto al embrujo que la voz de Gardel ejercía sobre todos, más que a la excelencia de la canción, ya que justo es recordar que el hecho ocurrió en París… y que los técnicos no sabían una palabra de español…”, concluyó Millar
|
Por su parte, Vicente Padula recordó así el episodio:
Al comenzar un día la filmación, resultó que faltaban unos decorados y no se podía cumplir el plan proyectado. Para no perder tiempo, el director propuso hacer la otra escena, ésa en que Gardel cantaba el tango
-No, hoy no… protestó él
- Pero, es que ganamos tiempo
-No, no… Quiero ensayar más. No voy a largarme así, a poncho…
-Pero no digas eso, Gardel; si vos querés…
Que sí y que no, la cosa fue que Carlitos se puso de un humor de todos los diablos. Al final, Adelqui Millar se salió con la suya, so pretexto de que, si no salía bien… En fin, un lance.
Y se filmó la escena.
Al otro día, Gardel estaba con Padula cuando le avisaron.
-Van a proyectar la escena de ayer, la de la cantina… Si quiere verla, Gardel…
Gardel rezongó:
-No… ¡qué voy a ver!
-Pero vamos… -le dijo Padula.
-Salí… ¡Canté con una bronca! ¡Andá vos, si querés!
Padula vio la proyección. Y vio lo que hemos visto todos, ustedes se acuerdan.
Cuando volvió junto a Gardel, se lo dijo:
-¡Salió macanuda, Carlos! Estás…
-A vos te trabajaron para conformarme.
-Te digo que no. La bronca que tenías le da fuerza al tango…
Y Padula recuerda que, al año siguiente, cuando la película se estrenó en Buenos aires, al salir con Gardel del Grand Splendid, en un aparte, él dijo:
-¿te acordás la bronca que tenía cuando canté ese tango? ¡Y mirá vos!
Claro, como para no hacer el comentario, si ésa fue la única película en el mundo que hubo que volver atrás, en pleno espectáculo, para pasar la escena de nuevo, a requerimiento rabioso del público, como ocurrió en Madrid
“Todo era una fiesta”
-¿Gardel? Sí, claro... Mirá, llegaba Carlos al estudio y ahí se armaba
el gran revuelo. Todas las chicas dejaban lo que estaban haciendo y se le iban
encima, lo arrinconaban... y él era feliz. Les contaba chistes, chacoteaba con
todas... era un ambiente de jarana. Todo era una fiesta. El venía siempre en un
coche fantástico, que decían le había regalado una señora... pero a veces venía
la señora, también. Ahí se cortaba la broma. Todo el mundo serio y a trabajar.
Era una señora mayor que él. Lo tenía, parece, bastante acaparado. Muy bonita
de cara, pero bastante excedida de peso, recordó María Esther Gamas.
Un hecho inédito
Fue la primera vez que en los cines de América Latina, y aún en algunos
de os estados Unidos, era necesario detener la exhibición de un film para que
el público, arrebatado, escuchara nuevamente una canción… Particularmente el
‘Tomo y Obligo’, recordó Millar.
Muy pocas veces, en la historia del cine, fue necesario no sólo detener la exhibición, sino dar máquina atrás, dicho sea ello sin metáfora, para escuchar de nuevo la canción… y cines de barrio hubo –Gardel era carne de pueblo- en los cuales hasta diez veces se repitió la experiencia por función, tanto es así que en algunas salas los empresarios avisados, tenían un disco fonográfico con el exitoso ‘Tomo y obligo’ listo para su propalación, conectado a los parlantes, a fin de evitar el molesto y no siempre exacto dar vuelta el acto correspondiente a la música.
Muy pocas veces, en la historia del cine, fue necesario no sólo detener la exhibición, sino dar máquina atrás, dicho sea ello sin metáfora, para escuchar de nuevo la canción… y cines de barrio hubo –Gardel era carne de pueblo- en los cuales hasta diez veces se repitió la experiencia por función, tanto es así que en algunas salas los empresarios avisados, tenían un disco fonográfico con el exitoso ‘Tomo y obligo’ listo para su propalación, conectado a los parlantes, a fin de evitar el molesto y no siempre exacto dar vuelta el acto correspondiente a la música.
Sin ser la mejor película de Gardel, "Luces de Buenos Aires" tiene un nosequé que nos invita a redescubrirla una y otra vez...
Ana Turón
Azul, marzo 16 de 2020
FUENTES DE
CONSULTA:
PELUSO, Hamlet – VISCONTI, Eduardo. Carlos Gardel y la
Prensa Mundial. Crónicas, comentarios y reportajes de su época. Ed. Corregidor,
1991
PELUSO, Hamlet – VISCONTI, Eduardo. Carlos Gardel y la
Prensa Después de su Muerte. Corregidor, 2014
Diario “La Nación”, 26 de diciembre de 1999 – Reportaje a
María Esther Gamas
Revista “Cantando”, 1947
[i] La
compañía viajó en el buque alemán General Osorio, junto con el crítico de cine
Néstor, que publicó una crónica del viaje en la revista El Hogar, el pianista
Luis Visca, Cátulo Castillo y Enrique Cadícamo
[ii]
Roberto Colás Iglesias (“Roberto Rey”) nació en Valparaíso el 15 de febrero de
1905 y falleció en Madrid el 30 de mayo de 1972. Barítono y actor, hijo de
padres españoles, transcurrió su infancia en Buenos Aires y pronto regresó a
España. Hacia 1923 comenzó su carrera teatral, más tarde integró la compañía de
Sagi Barba en Barcelona. Actuó en formaciones líricas y de revista en Europa y
América del Sur.